jueves, 18 de febrero de 2016


Durante el tiempo de preparación para la universidad recuerdo que la primera academia era de unos docentes de Lima, no me alcanzaba el dinero para realizar los pagos respectivos, me tenia que quedar casi siempre dos horas después de finalizada la clase para limpiar las carpetas y el piso ensuciados por el polvillo de la tiza, recuerdo que la academia estaba al lado de la biblioteca municipal, lugar donde el cual crecí como un par de años, sentado desde las primeras horas de la mañana hasta el horario de cierre, excepto los días sábados. Ademas tuve que aprender la matemática por ensayo y error, siempre cada noche repasaba el tema del día.  

Medicina y Arte

Poco antes de ingresar a la facultad de medicina de la universidad pública de mi ciudad, me dedique dos años al arte de dibujar a carboncillo, a difuminar, a pintar con oleos  y a realizar grabaciones con aguja y tinta en la piel de mis amigos y conocidos de la ciudad. Siempre me llamó la atención el cuerpo humano, la estructura arquitectónica de la sabia biología y anatomía, amaba la escultura sin conocerla y quería realizar los mejores diseños en arquitectura, pero mi realidad estaba lejos para estudiar en Bellas Artes o Arquitectura. La medicina combina perfectamente los diseños arquitectónicos del cuerpo humano y la belleza del arte en cada rincón del ser humano, es así que tras largos intentos en la universidad publica, ingresé a la carrera de Medicina Humana, aquel ingreso quedo grabado en  mi memoria y la de mi madre.